lunes, 2 de mayo de 2016

Ay, ay, ay

Ay, ese sentimiento que siempre vuelve
que no te deja respirar:
sí, sentís exactamente esa bola de pelos formándose en tu garganta
estás por comerla, porque sino qué hacer con la respiración.

Ay, ese dolor que viene junto con las pesadillas en vida
que se desprenden de la bola de pelos
de la garganta hasta llegar a tu corazón
pero ya no son pelos, lo sabés, ella lo sabe
son como tajos de cuchillos afilados en tu interior.

Ay, la sangre corriendo por dentro, desenfrenada, agitada
y volvemos al tema de la respiración:
está con freno de mano, no arranca, duele
llora, yo lo sé y ella lo sabe y no hay manera de negarlo,
simplemente porque ella no lo sabe.

Ay, el auto-engaño como siempre
y la mentira, a mí misma
el rechazo de ser pasional por miedo a sufrir
y sufrir por ser un pasional desmedido.

Ay, y retomo la respiración
ya más bien calmada porque no le queda opción
y quiere desaparecer y morirse y no puede
y respira, triste respiro yo.

Ay, ella que no sabe, ella que no sabe
ella que no sabe no sabe no sabe
no sabe, ella sin saber, sabe
yo no sé.

Ay. Para qué hablar
para qué saber
y quería saber, para hablar, para jugar mejor
para conocer las reglas del juego. Ay.

Ay, palo contra la cabeza, cabeza contra la pared
desmayo, quiebre sentimental, negación
aceptación, cabezazo de nuevo
y hasta ahí llegué.

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